Para quienes niegan que exista ningún tipo de discriminación contra los practicantes de Shugden y tratan de silenciar nuestras protestas, a continuación se detallan seis hechos que les pueden resultar incómodos.
1. Nadie niega la evidencia que mostramos de la segregación
En nuestras manifestaciones se exhiben y distribuyen fotografías de tiendas, restaurantes, servicios médicos, e incluso de la propia residencia del Dalai Lama, en las que se muestran los carteles que tienen colgados en su entrada, del tipo: “No se admiten practicantes de Shugden” y similares.
¿Os sentís cómodos con esto? ¿Mostraríais la misma indiferencia si dijeran “No se admiten Negros”, “Prohibida la entrada a Gays” o “Judíos fuera”?
La explicación de Samdhong, el ex primer ministro del Parlamento Tibetano en el Exilio, fue:
“Cuando los dueños de restaurantes y establecimientos cuelgan señalizaciones anunciando que quienes veneran a Dolgyal no son bienvenidos, están en el ejercicio de su libertad como propietarios, son sus derechos humanos fundamentales. […] Por no mencionar que, en los hospitales, a la gente infectada con enfermedades contagiosas se les pone en cuarentena y no se les permite que vean a otras personas.” 26 de Julio de 2014, India.
Con estas palabras se está comparando a toda una comunidad de fieles con una enfermedad contagiosa (!) ¿No es para sentirse incómodo con estas afirmaciones?
2. La página personal del Dalai Lama promueve esta segregación.
Comprendemos que la gente desee tener fe en el Dalai Lama –¿quién no querría que fuera verdad lo que su reputación dice de él?–, pero todo el mundo, especialmente quienes ejercen mayor poder e influencia, necesitan ser juzgados por sus actos, no solo por sus palabras.
La página personal del Dalai Lama lleva promoviendo, durante muchos años, la exclusión social total de los Shugdenpas, y realiza una llamamiento para que:
“todas las otras organizaciones tibetanas ni inscriban ni acepten como miembros a nadie que venere y adore a Dolgyal (esta Deidad budista nativa tibetana).” http://www.dalailama.com/messages/dolgyal-shugden/tyc-resolution
Los practicantes Shugdenpas de la comunidad tibetana en el exilio son ya, de por sí exiliados, si se le hace caso a este llamamiento entonces, sin ninguna duda, se les exilia de nuevo dentro de su propia comunidad.
3. Esta segregación se basa solo en que se profese una determinada fe, y nada más.
A pesar de la repetición de calumnias acerca de que los Shugdenpas son violentos y asesinos –aunque ni tan siquiera uno solo de nosotros haya sido declarado culpable, jamás, de ningún crimen violento–, la marginación a la que nos enfrentamos está basada simplemente en la fe que profesamos, nada más.
“Suponiendo que alguien hiciera la siguiente pregunta: ¿con el propósito de forjar la unión entre quienes han dejado de adorar a Dolgyal y quienes no, existiría alguna manera para que, a un adorador de Dolgyal, se le permitiera continuar con su práctica?, ¿cuál habría de ser nuestra respuesta entonces? […] Si alguien piensa que puede haber un modo por el cual la unión pueda crearse entre ambas partes, cambiando un poco de opinión para dar cabida a todo el mundo y permitir a los adoradores de Dolgyal continuar con su culto, entonces (debería entender que) no hay espacio para tal excepción. La única opción es, o continuar, o suspender su adoración.” – Samdhong, ex primer ministro del Parlamento Tibetano en el Exilio, 26 de julio 2014, India.
¿Dónde está la tolerancia y el amor en estos comentarios? La única opción que se les ofrece a los practicantes de Shugden es, o abandonar su fe, o ser rechazados de sus comunidades. ¿Te sientes a gusto con que, los partidarios más cercanos del Dalai Lama, no vean algún modo para que los Shugdenpas sean aceptados en su sociedad, a no ser que estos abandonen su fe?
4. El Dalai Lama se ocupa personalmente de vilipendiar a los Shugdenpas.
Antes de que el Dalai Lama empezara su campaña de oposición, los practicantes de Shugden eran miembros muy respetados y valorados dentro de la comunidad tibetana. Fueron muchos los Shugdenpas tibetanos que dejaron el Tibet con el Dalai Lama y ayudaron a formar la nueva comunidad en el exilio.
En la reciente conferencia de prensa del Dalai Lama en Birmingham, Alabama (en la Iglesia Baptista de la calle 16 -la ironía de lo cual no se nos escapa*) se refirió a:
“Este grupo, el grupo de practicantes de Shugden,” (señalando por encima del hombro adonde estaban los manifestantes) “a ellos también les vemos [implicados] en asesinatos.” 25 de octubre de 2014. Birmingham, Alabama.
Eso declaró, a pesar de que ningún Shugdenpa ha sido condenado por ningún crimen con violencia y que todas nuestras manifestaciones sean pacíficas y estén recibiendo elogios de las fuerzas del orden de todo el mundo.
Sin embargo, las calumnias sin fundamento que se están difundiendo contra los practicantes de Shugden no solo las realizan los seguidores del Dalai Lama, sino él mismo. Aquí va un par de ejemplos más:
“Los practicantes de Shugden han recurrido al maltrato e incluso al asesinato de personas. Han iniciado incendios y mienten sin parar. No es nada bueno.” India, enero de 2008.
“Los practicantes del Dolgyal son maleantes, primero mataron al director del Instituto de Dialéctica en Dharmasala […] por lo que su amenaza está siempre ahí presente.” India, enero de 2014.
Incluso si se hubiera dado el caso (que no es así) de que algún practicante de Shugden, actuando equivocada y absolutamente en contra de la fe budista, hubiera cometido, o tomado parte, en este tipo de crímenes horribles, aun así, seria absolutamente prejuicioso etiquetar de criminales a toda una comunidad.
Hoy en día, a menudo vemos este tipo de prejuicio dirigido también a musulmanes y a otros grupos minoritarios, tratándose de justificar comportamientos impropios hacia ellos. La mayor parte de la gente educada denuncia tales prejuicios. Por lo cual, nos preguntamos ¿hasta qué punto les resultará tolerable a los defensores del Dalai Lama, escucharle a él caer en este tipo de prejuicios, con los que pretende justificar la exclusión de toda una comunidad religiosa?
5. El Parlamento Tibetano en el exilio ha criminalizado la fe hacia Doryhe Shugden.
En el mundo moderno valoramos la separación entre la Iglesia y el Estado y se respeta la libertad de fe y de creencia como algo muy importante y personal. Sobre ellas, ningún gobierno, ni siquiera un Parlamento, podría dictar leyes ni declararlas ilegales.
Por ello ¿hasta qué punto nos puede dejar impasibles la Resolución de la Administracion Central del Tibet del 17 de Marzo? Una resolución por la que:
“declara también a los seguidores de Dolgyal y a otros […] como criminales en la historia.” http://tibet.net/dolgyal-shugden/tibetan-parliament-in-exiles-resolution-concerning-dolgyal-17-march-2014/
6. El Dalai Lama nunca se ha pronunciado en contra de la segregación de la comunidad Shugden.
Los practicantes budistas seguidores de Shugden han sido humillados desde que el Dalai Lama dio una charla pública en 1996, en la que los acusó, a ellos y a su práctica, de ser un riesgo para su buena salud y un obstáculo para un Tibet libre. Cualquier persona inteligente puede imaginar el rencor que estas incendiarias acusaciones suscitaron contra los practicantes de Shugden. Desde entonces, el Dalai Lama no ha dicho o hecho nada en absoluto para frenar la oleada de discriminación contra los practicantes Shugden.
En el momento en que propuso un referéndum de consulta sobre la segregación de los Shugdenpas –donde la mera mención de un referéndum para tal fin ni tan siquiera sería fácil de aceptar para quienes respeten los derechos humanos- el Dalai Lama dijo:
“Si sale un resultado de que más del 60 o 70 por ciento dice […] que no quieren saber nada de los practicantes de Dolgyal […] entonces, obviamente, sería mejor para ellos que se fueran de vuelta [al Tibet]. ¿Para qué se iban a quedar?”
El calibre de una democracia saludable se mide por la importancia que otorga a las minorías. El mundo espera que sus líderes muestren este ejemplo. Independientemente de lo que el Dalai Lama haya hecho en otros asuntos, en lo que respecta a este, está dejando por los suelos a su institución y a su propia figura.
Desearíamos que el Dalai Lama cambiara de rumbo y liderara a su pueblo hacia la armonía. Mientras tanto, tal como están las cosas, es probable que su desdeño hacia la comunidad Shugden siga representando una mancha indeleble en su reputación.
A quienes les encanta defenderle a base de criticarnos a nosotros, les querríamos animar a que, en lugar de tratar de rechazar de plano nuestras protestas, le pidieran al Dalai Lama que siga su propio consejo y dé paso al diálogo, promoviendo la armonía y la tolerancia y frenando activamente la opresión y la discriminación dentro de su propia sociedad.
*______________________
NT: La Iglesia Baptista de la calle 16 en Birmingham, Alabama, es una localización famosa en la historia de la lucha por los derechos civiles en los EE.UU. Situada justo frente al Kelly Ingram Park donde, hace 50 años, tuvo lugar una represión policial desmedida y violenta a las manifestacions pacíficas de la comunidad negra, lideradas por el reverendo Martin Luther King Jr. que reclamaba el fin de la segregación racial. La cobertura mediática de este desmedido asalto policial tuvo una gran repercusión social que significó finalmente la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de los EE.UU. que declaró ilegal la desigualdad de derechos y la discriminación. (Fuente;> http://www.nps.gov/nr/travel/civilrights/al10.htm)