Incitación al odio y a la violencia

“Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra y su reputación.” Artículo 12, Declaración Universal de los Derechos Humanos, Naciones Unidas (1948)

El culto a Shugden incluye recitar unas oraciones breves que están diseñadas para ayudar a incrementar la compasión y la sabiduría.
En 1996, el Dalai Lama dijo que el culto a Shugden ‘causa un gran daño a la causa del Tíbet (y) pone en peligro la vida del Dalai Lama.’
A pesar de lo absurdo de estas declaraciones, fue inevitable que estas palabras, en la cargada atmósfera de la comunidad refugiada, llevaran a la violencia.
El hecho de utilizar el Dalai Lama a los seguidores de Shugden como chivos expiatorios (por su propio fracaso en poder regresar a Tíbet), y de vilipendiarlos como un peligro para su propia vida, llevó a los tibetanos a una delirante caza de brujas. En múltiples ocasiones grandes multitudes han atacado a budistas Shugden. El acoso y la intimidación han sido la norma.

Órdenes directas del gobierno tibetano para la violencia
El 24 de diciembre de 2010, el entonces Primer Ministro, Samdhong Rimpoché dijo en Radio Free Asia: ‘sin temer ni dudar, nosotros, los tibetanos, debemos luchar y destruir a los seguidores de Shugden.’

El odio consume a una comunidad
El 12 de Septiembre del año 2000, una muchedunbre iracunda de 3000 tibetanos se abalanzó sobre los monjes de Shugden en el monasterio Ganden Shartse en Dhokhang Khangtsen.
Lanzaron piedras y ladrillos, rompieron ventanas, causaron grandes daños a las instalaciones y 30 monjes de Shugden fueron hospitalizados.
Solo tras lanzar la policía india gases lacrimógenos y hacer disparos de aviso fue cuando ésta pudo finalmente dispersar a la multitud.

“El gobierno tibetano […] ha producido y distribuido panfletos y vídeos demonizando a los seguidores de Shugden. Ni siquiera ha puesto empeño en poner freno o condenar los ataques contra los grupos Shugden.” - Jamyang Norbu, Miembro Fundador del Congreso de Jóvenes Tibetanos.

En el siguiente extracto de video, se puede ver como un periodista le pregunta sobre esto al Dalai Lama, y éste niega que exista cualquier acto de violencia (“simples rumores” -dice).
En el video también aparecen relatos personales de los ataques violentos sufridos por los practicantes Shugden.
El Dalai Lama jamás ha pedido a sus acólitos que pongan freno a estos ataques y daños.

En el siguiente vídeo aparece el propio Dalai Lama amenazando directamente a los practicantes Shugden.
Y seguidamente se muestran evidencias, ampliamente documentadas, y relatos de personas que han sufrido amenazas e intimidaciones, son practicantes de Shugden que -hasta entonces- habían sido bien respetados en su sociedad.