¿Qué hay de Hitler, Stalin, Pol Pot o incluso Assad, el actual dictador en Siria? ¿Pueden compararse las acciones del Dalai Lama con las atrocidades cometidas por estos otros? No, no se puede.
El Dalai Lama es el peor dictador por otras razones.
En nuestra sociedad entendemos que cualquier abuso a un niño está mal. Pero cuando el abuso viene de una persona de confianza, como un padre, ese abuso es el peor.
El Dalai Lama es un dictador religioso. No solo ostenta todo el poder político sobre la comunidad tibetana en el exilio, sino que también es considerado por los tibetanos como la suprema autoridad espiritual. Se le ve como un Buda viviente, una emanación del Buda de la Compasión, Avalokiteshvara. El Dalai Lama goza de la mayor estima, especialmente para quienes siguen la tradición mayoritaria en Tibet, la Guelugpa, contabilizados en unos 5 millones en todo el mundo. Le veneran profundamente como su padre espiritual, confiando en él su bienestar espiritual, de todo corazón. En 1996 el Dalai Lama impuso pública y forzosamente la prohibición de la práctica de Doryhe Shugden, una deidad iluminada de la tradición Guelugpa, y el Protector del Dharma personal del, a su vez, Guía Espiritual del Dalai Lama (el tan querido Triyhang Rimpoché). Cuando esto sucedió, el corazón de los Guelupas recibió un gran golpe, al forzarles a elegir entre su propio linaje espiritual o el Dalai Lama. Cuando la prohibición fue impuesta a base de campañas medievales de descrédito, propaganda, expulsiones forzosas, palizas que ocasionaron la retirada de los practicantes de Doryhe Shugden de la sociedad tibetana, la traición sentida fue inmensa. No solamente por el hecho de empezar a ser exiliados, dentro del exilio, sin posibilidad de acceso a hospitales, tiendas, etc, sino por haber sido defraudados por quien más habían confiado, como un menor abusado por uno de sus padres. Este es uno de los motivos por los que el Dalai Lama es un atroz dictador.
La decisión de prohibir la práctica de Doryhe Shugden seria quizás comprensible si el Dalai Lama hubiera proporcionado razones espirituales válidas para su imposición. Pero no. Por el contrario, si uno se toma el tiempo de examinar de manera crítica la situación, en lugar de aceptar lo que dice el Dalai Lama, simplemente por la reputación que tiene, descubriremos que sus actos estuvieron motivados por un interés político, en un asombroso abuso de su posición, tanto espiritual como de confianza para millones de personas.
El Dalai Lama es el dictador que más tiempo lleva en el poder, aunque sorprendentemente no sea considerado de ningún modo un dictador. Más bien, es visto como un ser santo, una autoridad moral universal, una onda de compasión, un hombre cabal, una fuente de inspiración para este compungido mundo, un alegre, campechano, honesto y humilde monje… De alguna manera él ha logrado mostrarse así ante el mundo, pero la faceta que muestra a los tibetanos en bien diferente. Ahí se muestra como un inflexible líder autocrático, principalmente interesado en mantener e incrementar su propio poder, a costa incluso de causar increíble sufrimiento a millones de personas, ahora y en el futuro. Es este gran engaño lo que constituye también un motivo para calificarle como el peor de los dictadores. Bajo la apariencia de estar promoviendo en el mundo paz, compasión y otras cualidades espirituales, lo que realmente está haciendo es socavándolas, destruyendo y minando aquello que precisamente dice estar defendiendo. ¡La mayor hipocresia y el mayor engaño!
Algunas otras cuestiones
Lo que sigue es un breve resumen de estos y de algunos puntos más.
- El Dalai Lama es un dictador religioso.
En 1642 el V Dalai Lama asumió la autoridad temporal y espiritual sobre el Tíbet, convirtiéndose en un auto-proclamado Rey-Dios, un gobernante absoluto que emitiría decretos no sólo sobre los asuntos mundanos, sino también sobre los espirituales. Un dictador político puede destruir tu cuerpo pero no tu fe ni tu alma, por decirlo de alguna manera.
n dictador religioso tiene el poder de hacer ambas cosas.
En 1996, el actual Dalai Lama, el XIV, prohibió la práctica de Doryhe Shugden. Doryhe Shugden es considerado un ser iluminado por unos 4 o 5 millones de budistas, sobre todo en Tíbet, entre los tibetanos exiliados, y en Mongolia, India y Nepal.
La razón de esta prohibición, como se explica en otra sección, ha sido puramente política, y en beneficio personal del propio Dalai Lama. Envuelto en un velo espiritual de retórica, el Dalai Lama utiliza la fe ciega que la gente ha depositado en él, para forjarse ganancias políticas y aumentar su poder secular. Esto está causando un enorme sufrimiento, físico y mental, a millones de personas, y ha creado un cisma dentro y fuera de la sociedad tibetana, así como entre los monasterios (con estallidos de violencia y expulsiones forzosas incluidas) y entre las mismas familias. Todo ello, entre personas que antes convivían en absoluta paz y armonía.
2. Es el dictador que lleva más tiempo en el poder.
Los dictadores vienen y van. Pero el Dalai Lama lleva gobernando desde 1950. Ningún otro ha estado tanto tiempo en el poder ¡ni siquiera Fidel Castro!
3. La mayoría de la gente ni siquiera sabe que el Dalai Lama es un dictador.
La palabra dictador no se asocia normalmente con el Dalai Lama. Tras la apariencia de un ser sagrado -un simple y humilde monje, como él se autodefine- se esconde un político que utiliza su posición espiritual para obtener beneficios mundanos. A veces, las revistas se refieren a él como el “Rey-Dios” ¡como si esto fuera bueno! Los Estados Unidos de América se han fundado, por ejemplo, sobre la base de la separación entre los poderes de Iglesia y Estado, pero el Dalai Lama es la encarnación misma de la unión Iglesia-Estado. Sabemos muy bien, a través de nuestra propia historia occidental, las terribles consecuencias de unificar estos poderes (¿recordamos la Inquisición?) La historia tibetana, lejos de ser un reino utópico, un Shangrilá, está plagada de los dolorosos resultados de haber creado un estado religioso.
Con la prohibición de las práctica de Doryhe Shugden y la persecución a los practicantes de esta deidad, el Dalai Lama sigue demostrando que es un dictador religioso.
4. Es un hipócrita
Al Dalai Lama se le considera por todos lados como un mensajero de la compasión y de la paz. Se cuentan por miles las personas que hacen cola para escuchar lo que dice y recibe honores tras honores. Él declara que se guía por su fe budista y que representa la encarnación del Buda de la Compasión, Avalokiteshvara. Pero sus acciones demuestran todo lo contrario. Él utiliza sus palabras para incitar a la violencia y la segregación contra los practicantes de Doryhe Shugden, causando un gran dolor a millones de personas. Podría detener fácilmente todo esto. Todo es debido a sus palabras y actos. Si fuera realmente un ser compasivo lo haría. Pero no lo hace. A día de hoy, habla contra Doryhe Shugden en cada ocasión.
Y lo que es más, ningún budista se propondría deliberadamente perjudicar a monjes y monjas, como el Dalai Lama ha hecho, obligando por ejemplo, en un solo día, a que 900 monjes fueran expulsado de sus monasterios y dejados sin medios de subsistir. Ningún budista se opondría deliberadamente a la palabra de su Guía Espiritual o, peor aún, dedicarse a destruir la tradición de su Guía Espiritual. Pero esto es exactamente lo que el Dalai Lama ha hecho respecto a su propio Guía Espiritual, el altamente venerado Triyhang Rimpoché. En todo el mundo se considera al Dalai Lama como un bastión de la verdad pero es justamente todo lo contrario. Es un hipócrita.
5. Es un mentiroso
Las razones de que el Dalai Lama ha dado para la prohibición son claramente falsas y no ha aportado ninguna prueba para ello. El Dalai Lama lo sabe. Se está aprovechando deliberadamente de la percepción que existe de que es una fuerza moral en este mundo, y así conseguir aprobar su dañina agenda, que se acepta precisamente porque si el Dalai Lama lo dice es porque será así.
6. Está destruyendo una tradición espiritual hermosa y profunda y socavando el budismo en todo el mundo, ahora y en el futuro.
Esto es algo que ningún otro dictador ha sido capaz de lograr. Está destruyendo el entendimiento básico de la práctica budista en todo el mundo, estableciendo la conexión entre ser una figura Papal (él mismo) y gozar del poder mundano. Al destruir una ancestral tradición espiritual, está causando sufrimiento a millones de seres, aquí y ahora. Y está privando a que, en el futuro, millones de personas dispongan de los beneficios de esta hermosa y rica práctica que ha proporcionado paz interior a tantas personas durante siglos. Dicho de otro modo, el Dalai Lama está provocando la destrucción de un inefable patrimonio cultural en nombre precisamente de su conservación.